La aristocracia de León y Castilla se divide en dos categorías, alta y baja nobleza según el nivel de riqueza y las responsabilidades políticas que ostenta: los potentes o magnates frente a los milities o infanzones. El elevado grado de participación en el poder regio de los magnates con su presencia en el Aula regia y en cargos militares, administrativos y judiciales, les permitió vincularse personalmente con el monarca del reino asturleonés. Los grandes nobles configuraban el séquito real, desarrollaban tareas palatinas y desempeñaban cargos civiles o militares, al frente de los condados (comes) o las mandaciones (iudex).
La aristocracia imitaba el modo de vida regio, con posesiones de sequitos armados y con vinculaciones vasalláticas con el mesnadero a cambio de sus servicios por unos beneficios.
Los milities eran una proporción superior, aunque su información prosopográfica es mínima, se desconoce la identidad de la mayor parte de ellos. Su oficio era el de las armas al servicio del monarca o algún magnate. Solían tener tierras en usufructo temporal, no disponían de propiedades permanentes. Según García de Valdeavellano, en el siglo X existieron prestaciones personales pero no hereditarias y obligaciones por tiempo limitado entre magnates y milities. Esta interpretación enlaza con la idea del prefeudalismo visigodo.
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