Siempre se ha mantenido una duda razonable acerca de la
teoría que planteaba una posible remontada del río Ebro durante los ataques
vikingos del siglo IX a la península ibérica. Las dudas eran múltiples y cuestionaban
lo complicado del asunto. Ya que dicha hazaña hubiera requerido remontar el
Ebro contra corriente por 62 barcos vikingos, que son los que se describen en
las crónicas musulmanas y cristianas de esos años. Pero no solo eso, otra duda
razonable, eran las escasas fuentes al respecto. Ya que para llegar a Pamplona
remontando el Ebro, los normandos, recordemos 62 barcos aproximadamente.
Habrían tenido que pasar por ciudades tan grandes y destacadas como Zaragoza,
sin que ninguna crónica contemporánea a esos años los mencionara. Por ello
desde hace algunos años la teoría más extendida, era la que planteaba una
posible incursión territorio adentro desde las costas cantábricas que llegó hasta Pamplona. Algunos escritores vascos como Mañaricua, plantean el problema
de la siguiente forma.
(..) en cuanto al
punto de penetración sugerimos como más probable la desembocadura del Bidasoa.
Allí estuvo situado desde tiempos romanos el puerto de Oiasso, como lo han
confirmado recientemente excavaciones en Irún. Y una calzada romana existente
ya a comienzos de nuestra era comunicaba a Oiasso con Pamplona, según nos lo
acredita Estrabón. A los invasores se les ofrecería primeramente el curso del
río y, con él, el antiguo camino romano,
subiendo a la altura, con toda probabilidad por el puerto de Velate (..)
Como podemos leer, el escritor vascon plantea la posibilidad
de que los normandos llegados hasta el cantábrico, utilizaran las costas vascas
para dejar sus barcos, encontrando y siguiendo después una calzada romana que
conducía hasta Pamplona, donde secuestrarían a su rey.
Melvinger es de la misma opinión, aunque mantiene la
posibilidad de remontar el Ebro. En la opinión de Erkoreka, no se puede
mantener que el ataque se produjo remontando el Ebro, ya que como hemos dicho,
tuvo que ser remontado contra corriente por 62 barcos. Lo que requeriría la
hipótesis de que las condiciones del río en el siglo IX fueran diferentes a las
de hoy, algo bastante improbable. Además de lo complicado de que esa flota de
guerreros en busca de botín pasaran por Zaragoza, Tortosa, o Tudela, sin
saquearlas y sin que ninguna crónica las mencione minimamente. Erkoreka por
tanto, piensa que tuvieron que acceder desde la costa vasca, Bidasoa arriba,
desde Baiona donde había un asentamiento nórdico o, más probablemente, como
también piensa Bilbao, proceder de la ría de Mundaka. La cual hubiera servido
de descanso a los barcos en la expedición, tanto a su ida hacia el
Mediterráneo, como a su regreso. Es decir, los barcos procedentes de Dublín, que es de donde Melvinger plantea que llegaron
esos invasores del año 859 – 860. Repostarían en la ría de Mundaka según
Erkoreka antes de ir al Mediterráneo. Y a su vuelta, una vez más descansando en
Mundaka, planearían el ataque a Pamplona utilizando para sus soldados la
calzada Romana mencionada por Mañaricua. Llegando hasta la llanura alavesa y
atravesando el pasillo natural de Sakara. Llegando hasta Pamplona, asediando la
ciudad, secuestrando a su rey, retirándose con los cautivos nuevamente hasta
Mundaka negociando desde allí el pago de rescate.
La historia nos cuenta, que el rey fue rescatado bajo pago
de 90.000 dinares de oro, quedándose cautivos sus hijos. El escritor holandés Dozy subraya que el
desembarco de los “madjus” (vikingos) fue en la costa Cantábrica, dato que
parece quedar reflejado en una crónica árabe de la época, los anales de
Ibn-Hayyán, quien menciona al rebelado Sarabanki, (..) bajo reinado de Mohammed , los Madjus desembarcaron en la costa
occidental de España, lo hicieron prisionero, y lo rescató un mercader judío
creyendo hacer un bonito negocio (..)
No existe ningún dato histórico real sobre el ataque de vikingos a Pamplona, solo un comentario de Iba Hayya escrito 100 años más tarde así que no deja de ser un bonito cuento
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