domingo, 22 de febrero de 2015

Olaf Haraldsson en Cádiz. ¿La mítica Karlsar de las sagas?

Otro testimonio es mucho más explícito y probará a nuestro juicio que Olaf fue arrojado con su ejército más allá de la desembocadura del Miño.

Este testimonio nos lo suministra la saga islandesa que lleva el nombre del celebre vikingo: el fondo de este relato se encuentra en la redacción que consultamos la cual es, según las curiosas investigaciones de los sabios de Cristiania M, la más antigua que poseemos, y data de la segunda mitad del siglo XII (entre 1170 y 1180): pero existen fragmentos de una redacción aún más remota y que paree ser de la primera mitad del siglo XII. Es decir, de la época en que comenzó a escribirse la tradición oral. Los datos por tanto de esta saga merecen un examen muy serio, aunque sólo sea por su antigüedad y como nombra a los Karlsar, como el punto más lejano a que llegó Olaf en su expedición, debemos investigar lo que debe entenderse por esta palabra.

Schaening sospechó si era el Miño, opinión en que no nos detendremos; pues aunque estamos convencidos de que Olaf estuvo en ese río, no vemos razón ninguna justificada para que le diese el nombre de Karlsar. En el diccionario geográfico  que forma el tomo XII de los “scripta historia islandorum”, obra de profunda erudción, se halla una expedición enteramente distinta. Los autores de este precioso trabajo traducen: Karlsar por las aguas de Carlos. Y después de decir que los normandos tenían la costumbre de cambiar los nombres de los lugares extranjeros en nombres que tuviesen para ellos alguna significación, piensa que por  Kalrsar o aguas de Carlos debe entenderse el Garona; opinión adoptada por los sabios de Cristiania M. Munch, Keyser y Unger.

Sin negar la exactitud de la hipótesis que sirve de punto de partida a estos eruditos, debemos sin embargo manifestar que el conjunto del relato, al menos a nuestro parecer, no consiente pensar en el Garona. Desde luego la saga dice formalmente que los hombres que viven cerca del Karlsar son paganos e idólatras; y digan lo que quieran los autores del diccionario geográfico a nosotros nos cuesta trabajo admitir que Olaf y sus compañeros, que eran cristianos, aunque muy malos y con gran supervivencia de tradición pagana aun. Considerasen a los habitantes de Bordelés como adoradores de ídolos. En segundo lugar, el país cercano a los Karlsar es evidentemente un “fairy-land” como dicen los ingleses. Un país de encantamiento, si nos es permitido expresarnos así. Pues Olaf encontró allí dos monstruos que mató. Un jabalí enorme y una sirena qe los habitantes reverenciaban como dioses tutelares.

Ahora bien, ¿es verosímil que los normandos colocaran su “fairy-land” en Francia, a orillas del Garona?. No lo creemos: Francia donde habían hecho tatas correrías se parecía demasiado a los demás países cristianos saqueados por ellos para que hubiese podido herir su imaginación hasta ese punto. Por último, y ese argumento nos parece decisivo, la saga dice que Olaf esperó en los Karlsar un viento favorable para pasar el estrecho de Gibraltar, luego es evidente que no se trata del Garona, pues ningún hombre que esté en su cabal razón, esperará en la embocadura de este río un viento propicio para entrar en el Mediterráneo. Debe tratarse por el contrario de una localidad cercana al estrecho de Gibraltar.

A nuestro parecer se refiere a la bahía de Cádiz; allí era donde los barcos vikingos esperaban ordinariamente un viento favorable para pasar el estrecho; allí donde moraban entonces los paganos, es decir los musulmanes, pues es sabido que todos los pueblos cristianos miraban entonces a los sectarios de Mahoma como idólatras. Allí en fin era donde los normandos debieron colocar su “fairy-land”; pues para ellos, Cádiz, estaba al fin del mundo. Los romanos creyeron lo mismo “terraran finis Gades” había dicho Silio Italico.

Restamos pues explicar porque los normandos dieron a la bahía de Cádiz el nombre de Karlsar.
A nuestro parecer este término no quiere decir las aguas de Carlos, sino las del hombre, las del hombre grande, pues la palabra Karl significa en todas las lenguas germánicas un hombre grande, fuerte, robusto. Por eso un navío de Olaf cuya popa estaba adornada con una cabeza de rey, llevaba el nombre de Karl Haefus (cabeza de hombre),y traduciéndolo de esta manera se explicará fácilmente porque los normandos dieron este nombre a la bahía de Cádiz.

Todo el mundo ha oído hablar de las columnas de Hércules, una estatua de bronce sobre pilares de piedra  de seis codos de alto, que representaba a un hombre con barba larga, vestido con un cinturón y un manto dorado que llegaba a media pierna: con la mano izquierda oprimía los panes (sátiros del dios Pan) contra su pecho y en la derecha, extendida hacia  el estrecho, tenía una llave.
Se ve pues, que la muy característica denominación de Karlsar (las aguas del hombre) se explica por sí sola. Ese hombre de nueve pies sobre las columnas, esa estatua verdaderamente colosal, debió herir la imaginación de los vikingos y es natural que dieran a la bahía de Cádiz un nombre que, en aquel tiempo le convenía perfectamente.

Reinhart Dozy – Los vikingos en España – (Expedición de san Olaf)

( Esto coincidiría con la leyenda, en la que se nos dice igualmente que el rey de Noruega Olaf Haraldsson tras llegar a Cádiz, combatir y saquear las zonas próximas. Tuvo un sueño profético, donde un ser se le apareció dándole un mensaje. Regresa a Noruega y te proclamaras rey. ¿Pudo ser ese sueño profético realmente la gigantesca estatua de las columnas de Hércules en Cádiz?. Desde luego coincidiría con la tradición árabe, la cual cuenta precisamente, que el simbolismo de la mano extendida del coloso, quería decir: Regresa a tu país. – Nde – Alvar Ordoño )


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