lunes, 19 de febrero de 2018

Motas, fortalezas medievales en los reinos del Norte de la península Iberica.

El norte de Hispania durante la alta edad media, especialmente tras el colapso que supuso la invasión musulmana, era una tierra empobrecida con respecto al sur. Los grandes castillos que se hicieron populares en el siglo XIII, no eran aun un reflejo real de la sociedad medieval peninsular.

Normalmente la construcción de un castillo requería muchísimo esfuerzo, poder adquisitivo y tiempo. Unas generaciones comenzaban un trabajo que a buen seguro terminarían otras. Así pues es frecuente encontrarse con castillos cuyos orígenes datan del siglo X u XI, pero su estilo artístico es propio de siglos posteriores. Esto evidentemente se debe a un origen muy anterior al de su finalización, y en no pocas veces suplantando fortificaciones anteriores en puntos defensivos concretos de época visigoda o tardo romana
Es precisamente en gran parte de del reino de Asturias (cornisa cantábrica) en época de incursiones escandinavas, donde nos encontramos con numerosas referencias a fortalezas que deben su origen a siglos anteriores,  bien sobre asentamientos de la edad del hierro (celtas), bien visigodos, bien tardo romanos. La propia palabra castillo procede de Castellum cuyos orígenes se encuentran en las fortificaciones celticas o proto celticas de buena parte de la España central y norte conocidas como  castros.

Bajo el “terror” normando al cantábrico, tomaron relevancia algunas construcciones importantes para la defensa del litoral. El castillo de San Martín construido por Alfonso III (866 – 910 ) en la entrada del río Nalón para defender la zona de los piratas nórdicos. Precisamente, y según se cuenta, un buen ejemplo de lo expuesto anteriormente, ya que el castillo de San Martín fue un castro celta previo.

En Villaviciosa una atalaya con muro de base visigoda. En Ribadesella una posible ubicación del mítico castillo de Bivanoe etc. Nos demuestra aparentemente lo que parece un intento en toda regla de los monarcas astures destinado a la protección de sus rías por medio de un sistema defensivo “anti normando” que giraría entorno al castillo de Gauzón como modelo base. También ocurrió en Galicia con las míticas torres de Catoira. Todos ellos, ejemplos de fortalezas construidas durante los siglos oscuros. De apariencia muy tocas, conservando aun una notable influencia en su estructura del mundo tardo antiguo, si bien no predominante, si residual.

Aún así los grandes castillos medievales no fueron la tónica defensiva contra la que chocaron los vikingos a su llegada a España. Muy probablemente la mayoría de los ataques realizados contra poblaciones pequeñas tuvieron lugar contra fortalezas que diferían mucho aun de las construcciones gigantescas típicas del siglo XIII y XIV.


Los grandes castillos medievales no llegarían hasta muchos años después estando localizados en lugares muy concretos. La mayoría de las fortificaciones durante la alta edad media encargadas de custodiar caminos, pasos, o pequeñas villas serían de tipo motas

El la alta edad media hispana, el modelo predominante era el castillo pequeño que se construía siempre que se podía aprovechando fortalezas previas. ¿Qué sucedía cuando no había una fortaleza previa?. En ese caso había que comenzar desde cero, indudablemente fue el caso de muchos señoríos locales creados durante la alta edad media. Señores con tierras que proteger o regir por mandato de condes o reyes que empezaban la construcción de una empalizada de madera a modo de muro, que con el paso de los años y la prosperidad del lugar terminaría siendo de piedra. En su interior una torre central dominaba el lugar, seguramente también de madera en sus inicios. 

Hay no obstante una construcción típica en la alta edad media, que se creía inexistente en Hispania, me refiero a las populares “motas” de madera típicas en el mundo franco y anglo-sajón.

Torres defensivas construidas sobre elevaciones del terreno, rodeadas de un muro de madera o piedra, muy posiblemente siguiendo el procedimiento antes comentado. Primero de madera para ser sustituida con el tiempo por muros de piedra. En España parece que no fueron tan habituales como en otras partes de Europa occidental, incluso se pensaba que no habían existido al estilo de las inglesas. Idea desechada desde hace tiempo al encontrar numerosas evidencias de las cuales hablaremos mas tarde.

En las islas británicas la más popular de las motas es la de Tombridge. En España una de las más populares por su anomalía con respecto a las demás, es la mota de Tres Palacios en Cantabria.
Las construcciones defensivas terreas, como también se conoce a las motas, representan una complejidad importante, mucho más de lo que a simple vista parecían.
Enormes taludes, colinas artificiales construidas únicamente para consolidar la posición, fosos, rampas, eran elementos habituales en las motas altmedievales hispanicas.

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La mota de tres Palacios en Cantabria es uno de varios ejemplos de construcciones de tipo "mota" en los reinos cristianos de la península ibérica.

En las actuales provincias de Valladolid, Burgos y Palencia las fortificaciones terreas se hallan sobre relieves elevados en las márgenes de grandes ríos: Alarzón, Arlanza, Carrión, Pisuerga, ya sea sobre cerros adelantados y aislados a media altura entre los páramos, ya se sitúen sobre un espigón, o sobre un curso vadeable o bien comunicado, como pasa en Cabezón y Pampliega.

Escribano Velasco  en su publicación del 2001 –Analisis del macrorelieve en arqueología medieval. Establece una relación directa entre estos “castillos terrenos” y lugares estratégicos de lejanos tiempos. Exactamente enclaves defensivos  de la edad del hierro reutilizados por romanos y visigodos.

El propio Escribano nos describe como serían las motas alto medievales de los siglos oscuros en las tierras al norte del Duero, Galicia y cornisa cantábrica

(..) Las motas suponen una sobreelevación artificial de aspecto cónico, máso menos desmochado, debido al aporte de tierras procedentes de la excavación de grandes fosos que las circundan. Puede presentar diferentes plataformas de altura y dimensiones variables, plantas circulares y ovaladas y fuertes pendientes en todos sus flancos garantizando así la inexpugnabilidad del reducto.
En ocasiones, como ocurre en el Castillo de Torquemada, se conservan aún un puente sobre el foso. En la parte alta de la colina se levantaría la torre de madera (..)

Parece que se trataba de posiciones defensivas construidas sobre elevaciones naturales del terreno, que además eran reforzadas para su defensa con empalizadas de madera, fosos con agua, etc. Sin ninguna duda se trataba de castillos en miniatura que en muchos casos posiblemente precedían a las grandes construcciones posteriores. En estas fortalezas compuestas por torre y empalizada circular, se situarían señores, o caballeros encargados de custodiar caminos (Caso de mota de Tres Palacios - Cantabria). O bien simples custodios de fronteras trabajando para sus señores, regidores de áreas.


Las motas medievales en los reinos cristianos del norte del Duero, llegaban a ser creadas sobre colinas elevadas por la mano del hombre con el único pretesto de construir una torre de madera fortificada con una empalizada que controlara la zona encomendada por algún aristocrata

El estado actual de la mayoría de las motas españolas, y el poco interés que despierta en este país cualquier estudio histórico que no esté relacionado con la guerra civil, el siglo XIII, o el renacimiento, hacen difícil poder establecer un origen cronológico de las mismas. Hay quien asegura que muchas de ellas datan del siglo IX y del X, sin ser nombradas como motas en aquellos tiempos.

(..) Jalonaban vías de comunicación de importancia, aunque no existen datos concretos de un sistema como tal destinado a ello. (..)

Nuevamente la medievalista Consuelo Escribano Velasco nos dice:

(..) Todos estos enclaves se encuentran inventariados como yacimientos arqueológicos que es posible poner en relación con otros de origen alto medieval en otras zonas de la meseta norte situados en el valle del Duero, del Cega o del Eresma (..) No podemos olvidar que en la alta edad media no son frecuentes las alusiones a territorios poblados, organizados y zonas controladas desde núcleos fortificados por élites sociales desde el siglo IX.
Grimaldo nos confirma la existencia de una organización territorial dependiente de la fortaleza de Muño en el siglo X “territorium muniensis castri”  y de su tenente, el conde, que desde aquí organizaba la repoblación y reorganización de algunos otros territorios como Roa sobre la línea de Duero (..)

Parece evidente que muchas fortificaciones de tipo “mota” ocuparon un espacio vacío en medio de la nada, dando fuerza a la teoría de posiciones destinadas al control ocasional de caminos, tierras y fronteras. O fortificaciones destinadas a políticas concretas como la repoblación de las tierras al norte del Duero expuesta por Consuelo Escribano, o la vigilancia territorial.

En la zona del norte peninsular, dentro del territorio exacto bajo ataques normandos, no encontramos referencias directas a ataques a motas. Pero pensamos que fueron posibles al tratarse de una fortificación defensiva destinada a controlar las tierras, estando documentada en el norte de España con la ya nombrada Mota de Tres Palacios en Cantabria, o la mota medieval de la iglesia de Alaiza (Alava). Pintura a la izquierda de artículo, que nos deja ver un aparente ataque a la fortificación, la cual es a su vez es defendida desde las murallas por guerreros

Alvar Ordoño - Articulo escrito para la revista impresa de Hispania de los Vikingos especial Reinos Hispanos. Y publicado en el magazine online de Hispania de los Vikingos el 17 de Abril del 2016 bajo el titulo de: Castillos y motas en la alta edad media hispanica


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